Hoy haz de preguntarte en este paraíso dormido, qué queda al morir el día sobre los campos entumecidos por el frío, donde las ánimas reposan o transitan vacilantes de su esencia. Y seguramente haz de preguntarte qué caricias amables se ocultan cada mañana para la vid y el olivo, y cuántas hiedras sacrificadas van a descansar al olvido. Y entre la duda y la certeza, te preguntarás el por qué de su efímera existencia, y esa razón ensombrecida por las interrogantes de un corazón cautivo.
Pero sobretodo, haz de preguntarte, cómo la luz aún nos alcanza en el preludio de esta mañana, y cómo la vida recae en una humilde gota de rocío.