Dame una respuesta a esta cadena de contestaciones que menguando van el alma, que se aferran a la nada.
Dame el soul, y el un dos tres, un dos tres de tu ser.
Apresura el paso y vierte tu savia en mi piel, para que ya no me hieran tus desidias ni tampoco el amanecer.
Dame una cinta en el horizonte que pueda divisar cuando te haces a la mar. Antes de que la brisa refresque mi cien y envejecer la dicha quiera más. Por eso, mi vida, prepara para mí un tesoro del querer, para decir a lo lejos, un dos tres, mi alma, un dos tres.