Copos de nieve caen sobre mi cabeza, uno tras otro, hasta que
mis pensamientos se acercan, hasta que empiezan a buscarse entre ellos, para
cobijarse, aunque se sepan distantes. Y mientras tanto, voy haciendo figuras de
hielo sobre el suelo, y soñando que se reflejen en el cielo, y que éste en un
acto de compasión me cumpla un deseo. Porque puede que hoy me devuelva de la
mano creadora la inspiración, lo que los astros conocen mejor que yo, y por fin
tenga en cuenta que cada día mi alma se va en un pergamino, uno que flota en un
océano de versos, uno que se amarilla en el tiempo. Y hasta ese momento, mi mano
bailara sobre un lienzo, describiéndole al mundo mis escarchados pensamientos. Y
un invierno por fin hará fértil un terreno desierto.
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