domingo, 22 de diciembre de 2013

Añoranzas


Llega al corazón un rubor que  se muestra rutilante por las síncopas de brazas ardientes que tanto añora el alma. Y en una sonata que guarda los silencios para el final, voy comprendiendo la eternidad y lo que separa al ser del agobiante sin sabor de la ignorancia. Del consuelo que da el intelecto cuando el mundo se vuelve vacío, del candor que abriga el sentimiento cuando las palabras nadan como un río, del cobijo que ofrece el alma cuando todos se han ido.
Llega al corazón un bosquejo de aquél ensueño que vive en mí cada vez que sonrío. Y vuelo lejos y cerca para no olvidar el sentido que abraza el alma, cada vez que viaja mi ser al olvido.

viernes, 6 de diciembre de 2013

La calle del farol


Después de hablar en el centro sobre el magnetismo del cualquier ser viviente, recordé el farol coronado de la calle hundida por el peso de los años. Y en segundos, se decoloraron las paredes, y las tiendas cobraron beduino estilo, los carruajes ocuparon un lugar posicionándose de la calle alrededor del real farol. De pronto, el olor fue de regaliz, ranfañote y clavos de olor, y el color surgió de las parejas abrigadas por el amor. De pronto, los mitos se ahuyentaron y el pasado se hizo presente; y entre risas, noté que aquél farol de corona plateada aún conserva su reino en una calle hundida para nuestras miradas, una calle que se transfigura en nuestras mentes.

lunes, 2 de diciembre de 2013

Paraísos perdidos


Con las dudas se pierden los paraísos, por el temblor de unas manos desnudas, ansiosas e inseguras ante el miedo al vacío. En una noche profunda nos resignamos a un lugar sin ventanas, sin un sol por la mañana, sin sal que cosa las heridas de nuestra alma. Y propensos a la deriva, viajamos aislados de la vida, con una incertidumbre cosechada entre espinas y en carne viva. Soslayamos nuestra existencia condenándola al pan rancio del día, haciéndola vulnerable a la desidia. Así, los paraísos escapan de nuestras manos. Así, las dudas nos ahogan en un mar de soledad.