lunes, 2 de diciembre de 2013

Paraísos perdidos


Con las dudas se pierden los paraísos, por el temblor de unas manos desnudas, ansiosas e inseguras ante el miedo al vacío. En una noche profunda nos resignamos a un lugar sin ventanas, sin un sol por la mañana, sin sal que cosa las heridas de nuestra alma. Y propensos a la deriva, viajamos aislados de la vida, con una incertidumbre cosechada entre espinas y en carne viva. Soslayamos nuestra existencia condenándola al pan rancio del día, haciéndola vulnerable a la desidia. Así, los paraísos escapan de nuestras manos. Así, las dudas nos ahogan en un mar de soledad.

 

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