Te veo, vas por los matorrales, escudriñas la maleza, sientes una ráfaga venir, te balanceas y empiezas a correr.
Te acercas, te arrodillas por la desesperación, y gritas hasta quedar sin aliento. Una lágrima cae por tu rostro, me duele y considero llorar junto a ti, pero sé que no me ves y lo supero.
Hundes las manos en la tierra, inclinas la cabeza y rezas con fervor, nada te detiene, y entre plegaria y plegaria me pregunto, ¿me escuchas?, sonríes, y empiezo a llorar.
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