Yacen margaritas sobre el piano y una inmortal melodía en el aire.
Contadas hojas en las ramas de los árboles, y entre los dedos, un frío indescifrable.
Aparece, ignota, una sensación indomable, que se cuela por las ventanas y amarga en la sangre. ¿Será el fin de los avatares, o se aventura un libro de nombre escalofriante?
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