Las ideas se me empezaron a escapar mientras aún taciturna delimitaba su campo de acción. Las hallé pávidas, internas en alguna cavilación, en algún entretenimiento de paso. Y en verdad, yo aguardaba que se cansaran de vagar intrépidas, curiosas, traviesas, y cerraran su travesía en mi mente, haciendo un círculo vital. Las aguardaba con una velada en el zaguán, donde aún incrédula pensaba convencerlas, aferrarlas a mi propia existencia.
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