Es la presencia de luz la que me recuerda cuando se inicia la vida. Hay un grito en las llamas que arde no solo en la tierra sino también en los corazones, y nos trae cascabeles en la candela y promesas de noche con la lumbre, entre los primeros destellos del día.
Es la ausencia de luz la que me aprisiona sin paz, y delinea los humores del día como sombras indolentes, que me intimidan hasta en el más recóndito rincón del ser.
Es la luz, la vida y la muerte.
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