Prófugos de la vida, cambiamos de guarida, cual gitanos en huída. Alternamos entre nuestros sueños y el pan rancio del día, entre el dolor y apasionantes melodías. Lloramos para reír y callamos para otorgar.
En cada encrucijada, adoptamos, como el camaleón, la muda pertinente y nos atrevemos a saltar frente al vacío, mas no en él. Somos nómades del destino, caminantes, cuestionadores de profecías y catadores de cada mañana. Somos más que el antes y el después, somos la guerra misma.
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